más cultura

Fiesta de la Música

Confieso que me impresionó el canto tecno-arabe de este estimable calvo...

Confieso que me enterneció esta niña tan seria con su modesto caramillo...

 

Confieso que me gustó el abandono de estos dos amigos compartiendo un rato la misma melodía...

 

Confieso que no entendí por qué el acordeonista ponía esta cara tan triste...

Pero ya era hora de perderse en un ambiente más surrealista...