Por un lado los entiendo.
Yo me enamoré de esta ciudad y no sé si sería
capaz de vivir en otro lugar. Pero por otro, me fastidian los
tópicos de siempre y pensé que ya era hora de presentar
esta ciudad tal como es para quien la frecuenta a
diario.
Es evidente que la
Torre Eiffel, el Molino Rojo y muchas cosas más contribuyen
a darle una imagen de película. Pero París es mucho
más que su colección (por cierto impresionante)
de monumentos de todas clases.
París es también
la hija turbulenta de la revolución francesa y aquí
sopla como un aire de libertad impertinente
que no se encuentra en otros sitios.