El Museo de la Orangerie

La vuelta a la realidad ya es una sensación curiosa.

Y como si fuera poco, nada más salir del vestíbulo, te enfrentas al búnker que alberga la administración del museo.

Y ni siquiera le hace falta la ventanilla para tirar...

 

Por suerte, este espacio también tiene un techo de vidrio que permite contemplar el cielo y ventanas grandes abiertas sobre el jardín de las Tulerias.

Total no tuve ganas de escaparme y seguí la visita explorando la planta baja.

 

Aquí los arquitectos supieron crear otro espacio con una suave luz natural y es donde uno puede admirar la Colección de Jean Walter y Paul Guillaume.

El largo pasillo reune una veintena de retratos de Renoir y una decena de obras de Cezanne. Luego un espacio más íntimo presenta cinco retratos de Modigliani y una decena de obras de Rousseau.

El recorrido pasa luego por un espacio más amplio en donde cohabitan obras de Matisse, Derain y Picasso.

Un último espacio reune obras de Soutine y Utrillo.

Pocas veces me sentí tan a gusto en un museo.

 

Y si te gusta el lugar, con suerte podrás mirar el documental sobre su renovación en l nuevo espacio audiovisual.

Yo disfruté de la visita y nada más salir, pasé un largo rato en el jardín de las Tulerías para prolongar este agradable momento.