Las Pulgas

El Mercado Paul Bert

Ese día, en la esquina del callejón número 1, presentaban el "muy de moda" mueble de cajones etiquetados , unas viejas estanterías que siempre pueden servir, varias arañas antiguas, vajilla tradicional y la imprescindible colección de jarras para guardar los ingredientes elementarios...
Uno podría escribir una tesis sobre estas colecciones, el uso teórico de las jarras, sus tamaños respetivos y las variaciones a lo largo de los años.

Más abajo, en el mismo callejón, me paré un rato en la gran tienda cuya especialidad es la cocina, sus muebles y sus utensilios.
Aquí la instalación podría formar parte de algún museo de los Artes Populares y varios utensilios provocan la perplejidad de los visitantes.
Yo me dejé seducir por esta impresionante colección de cucharones, espumaderas y cazoletas.

 

¡Si las cuelgo en casa, seguro que me miran como a un chef!

 

En los demás callejones, las tiendas todavía no son tan especializadas y presentan colecciones heteróclitas de objetos, dignas del Inventario de Jacques Prévert.

A veces despista el precio de algunos objetos parecidos a los que yacen abandonados en la casa de la bisabuela. Pero eso es el encanto mismo de Las Pulgas: lo anódino de los unos se convierte en el tesoro de los otros.

 

La parte más animada del mercado Paul Bert es el trozo que se halla al lado de la entrada principal.
No sólo por su ubicación sino también porque alberga una terraza de restaurante muy agradable para almorzar cuando hay sol, y porque allí desembocan varios pasillos del mercado Serpette.

Si ya disfrutaste de los callejones más tranquilos y si no es hora de comer, sólo queda echar un último vistazo sobre el mercado Paul Bert antes de seguir la exploración metódica de las Pulgas...