La entrada que prefiero
es la más estrecha de la Calle des Rosiers.
Te lleva directamente
a un espacio obstruido y sientes enseguida que no hay duda : ¡ya
estás en el Mercado Vernaison!
A partir de allí
me gusta perderme por la callecita número siete.
Los dueños de
las casetas de esta calle tienen una manera especial de presentar
los objetos: crean una aparencia de desorden pero destacan algunas
piezas.
Luego la callecita se hace más estrecha y exponen objetos
más pequeños.
Aquí encontré cajitas de madera, juguetes, postales...
Todo es cuestión de atención y luego de negociación
porque a veces algunos vendedores se pasan.
Regatear es todavía
uno de los juegos posibles en el Mercado Vernaison. Y si vas con
efectivo, resulta más fácil aún.