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El Arco del Triunfo

Acceder a la plataforma superior del Arco del Triunfo necesita unos esfuerzos.

Primero es preciso recorrer el subterráneo que permite cruzar la plaza a salvo de la frenesí automóvil.

Luego, tras pagar el precio de la entrada, importa no desanimarse al contemplar la escalera de caracol y los 284 peldaños que separan la planta baja del entresuelo.

Llegado a este punto, otra escalera, menos impresionante, permite seguir subiendo.

 

Uno llega entonces a la sala del ático.

Es una amplia sala con presentación video por un lado, tienda de recuerdos por otro, relativamente vacía en el centro y en donde la ausencia de luz natural da una sensación muy rara. Pero por lo menos permite recuperar el aliento.

 

Un último esfuerzo es necesario para acceder a la terraza.

Rejas bien escogidas, plataformas con mapas de orientación, catalejos, todo fue pensado para que los visitantes puedan disfrutar de la vista.

Y la verdad es que son muchas las cosas por contemplar: la torre Eiffel, los Inválidos, la Défense, Montmartre, Saint Augustin, el Panteón, y por supuesto los Campos Eliseos.

Todo es escoger un día sin lluvia con un cielo despejado.

 

 

Y trás una buena sesión de contemplación uno tendrá que enfrentar de nuevo varias centenas de peldaños, curioseando desde algunos rellanos, antes de volver al terraplén.

Algunos visitarán una pastelería, otros preferirán escuchar algún concierto.